Todo lo antes mencionado solo puede ser posible por medio de la predicación del Evangelio, En pocas palabras, es el plan de Dios para salvarnos. La palabra evangelio viene del vocablo griego que significa "buenas noticias". Pero esta buena noticia empieza con una mala noticia: somos pecadores y hemos rechazado abiertamente los mandamientos de Dios y la consecuencia de esta desobediencia es el castigo eterno y la eterna separación de Él. Y peor, por efecto del pecado en nosotros el hombre no puede ni quiere buscar a Dios. En vista de esta miserable situación del humano y que la justicia de Dios no le permite sencillamente olvidar todas nuestras desobediencias a Su ley, El mismo se hizo hombre, naciendo en un momento de la historia, en un lugar sin importancia del Medio Oriente y vivió una vida perfecta, por lo que no merecía recibir el castigo ni morir. Sin embargo, así sucedió. Dios cargo en Él el pecado de todos nosotros, la ira de Dios que nos tocaba a ti y a mí de manera que por medio de la fe en Él podamos recibir toda la justicia de Él y Él recibir toda nuestra pecaminosidad. Por medio de este acto Dios nos ve en Jesucristo como perfectamente justos y santos y de esta manera podemos estar con Él y gozarnos en Su presencia por la eternidad. La respuesta natural de nuestra parte a esta verdad es una vida dedicada a proclamar y bendecir Su nombre.